Antecedentes y estado actual

La emigración ha sido uno de los procesos de más honda significación en la historia contemporánea de España. Un proceso determinante de profunda incidencia y cuyos efectos aún son visibles, tanto en nuestro país como en los países de destino, en relación con sus protagonistas, los emigrantes, y con su entorno más cercano, familiar y social.

La emigración masiva se produce fundamentalmente entre el último tercio del siglo XIX y hasta finales de la década de los años 20 del siglo XX, y el final de la Segunda Guerra Mundial, momento en el que se produce un repunte muy significativo, hacia lugares de larga tradición inmigratoria como Argentina y algunos destinos europeos que se extiende hasta mediada la década de los 70. En los últimos años hemos asistido a un relanzamiento de la emigración en nuestro país, motivado socioeconómicas derivadas de la crisis económica mundial. Tras muchos años como país receptor de inmigrantes, España se ha vuelto a convertir en país emisor, en una nueva oleada migratoria que tiene como destino países europeos, especialmente Inglaterra y Alemania, pero también América (Estados Unidos, Brasil, Canadá), y otros destinos (Australia, China, etc).

La historia de la emigración española en la época contemporánea ha pasado de ser un tema secundario en nuestra historiografía, a ocupar poco a poco un lugar destacado en el plano nacional e internacional. En muy pocos años se han multiplicado los estudios monográficos sobre la materia al calor de ambiciosos proyectos de recopilación documental del fenómeno migratorio.

Los primeros estudios sobre la materia trataron de establecer las causas que llevaron a un contingente elevado de población a decidirse por una emigración de larga distancia, discutiéndose las ventajas e inconvenientes de ésta para el país, y marcándose las líneas de la política inmigratoria. Pero será la búsqueda de nuevas respuestas a las variables que determinan esta toma de decisión, lo que generará una apertura epistemológica durante los últimos años, intentando responder a preguntas novedosas a la vez que acuciantes. Las nuevas temáticas se centraron en explicar el proceso migratorio desde una perspectiva global y una metodología interdisciplinar.

Bajo estos preceptos, verán la luz en España importantes investigaciones que abrirán una nueva etapa en la investigación sobre la temática migratoria, emergiendo estudios regionales imprescindibles para la comprensión del fenómeno migratorio dada la desigual incidencia que éste tiene en las distintas áreas peninsulares. Fueron surgiendo congresos, seminarios y publicaciones centradas en el tema, con tintes más o menos regionales. Entre 1976 y 1988 tiene lugar la celebración de ocho coloquios sobre la Historia Canario-Americana, en 1988 aparece en Asturias la obra Indianos, mientras que en julio del mismo año la Universidad de Oviedo citaba a un simposio general sobre la emigración a América entre los años 1880 y 1930. Al siguiente año se celebra en el mismo lugar un segundo encuentro que incidirá en los efectos de la emigración dentro de España. A estos, precursores de la discusión académica sobre la temática que tratamos, se les sumarán reuniones como las llevadas a cabo en La Coruña, bajo el auspicio de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Instituto de Cooperación Iberoamericano, o la Asociación de Demografía Histórica, que convocaba en Barcelona, en abril de 1987, un congreso en el que discutir las experiencias migratorias de italianos, españoles y portugueses.

A partir de la década de los noventa comienzan a aparecer interesantes trabajos colectivos. Algunos de carácter regional como Galicia y América: el papel de la emigración (J. de Juana, 1990), o los monográficos publicados por el Archivo de Indianos de Colombres, y otras de carácter más global como La emigración española a Ultramar, 1492-1914 (Eiras, ed.: 1991), o la del CEDEAL: Historia General de la Emigración Española a Iberoamérica (Vives, 1992), u otras que aunque intentando incidir en la inmigración como fenómeno amplio, dividen su temática en aspectos regionales, como el proyecto editorial auspiciado por MAPFRE, en cuya colección se editará Las Españas y América. También el impulso editorial y de mecenazgo que significaron los proyectos relacionados con el V Centenario del Descubrimiento de América fue un avance tanto cuantitativo como cualitativo en los estudios centrados en la temática de la emigración. En suma, los avances científicos en esta materia se han desarrollado principalmente en el ámbito regional –con destacadas aportaciones nacionales, sin duda-, particularmente en lo que atañe a los aspectos teóricos y metodológicos, con la apertura de nuevos ámbitos y nuevas metodologías de estudio. En cuanto al panorama internacional éste se caracteriza por trabajos pioneros a principios del siglo XX sólo retomados en época más reciente, muchas veces de la mano de investigadores españoles o descendientes de españoles.

Dentro del fenómeno migratorio un elemento que refleja de manera particular la incidencia de los contingentes migratorios en las sociedades de acogida y los lugares de salida son los procesos asociacionistas que tienen como protagonistas a los emigrantes. Este proceso, poliédrico y complejo, y sus productos, las asociaciones de emigrantes, constituyen la memoria institucional de la emigración y uno de los elementos más relevantes de su actuación colectiva. En ellas ha cristalizado una cierta memoria colectiva del proceso migratorio y dentro de las mismas se han evidenciado las tensiones identitarias y de desarraigo que atraviesan esta memoria. Una buena parte de la recuperación de la visibilidad de estos emigrantes ha sido posible a partir de estas entidades asociativas.

Según el profesor Núñez Seixas, a pesar de su profunda incidencia, el asociacionismo emigrante -entendido como un subgénero de los estudios migratorios-, ha suscitado una atención historiográfica tardía y desigual, primando durante tiempo, como ya hemos visto, el interés por las causas de las migraciones y sus dimensiones cuantitativas. Hasta mediados de los ochenta no abundaron los estudios sobre asociaciones en la emigración española, y los que había, habrían sido abordados desde una perspectiva acrítica, centrados en una orientación descriptivista y desde enfoques regionales. Desde los países de salida en ocasiones se ha entendido el asociacionismo como mera reproducción de los lazos comunitarios de origen, y desde los de llegada el interés se centraba en su función dentro de las tensiones sociales tanto de las comunidades inmigrantes como del conjunto de la sociedad receptora.

El panorama cambia, de forma paralela al desarrollo de los estudios migratorios en general, a lo largo de los años 90 momento en el que los estudios sobre el asociacionismo emigrante comienzan a tomar carta de naturaleza. Sin embargo, para el profesor Seixas, los resultados de ese impulso investigador no fueron, en principio, lo positivos que se esperaba, pues seguían predominando estudios centrados en el asociacionismo regional o microterritorial, con menor atención al global español.

En la actualidad comienza a analizarse el fenómeno, y sus efectos, desde perspectivas globales, centrándose los estudios en las asociaciones globalmente españolas y estableciéndose estudios comparativos. Buena prueba de ello fue el congreso El asociacionismo en la emigración española a América, desarrollado en Zamora en el año 2012, donde se dieron cita los máximos especialistas que actualmente trabajan sobre este objeto de estudio.

La renovación en el estudio del asociacionismo, entiende Núñez Seixas, ha derivado del cambio de la escala y del foco de atención del investigador, desde una perspectiva macro a una microhistórica, desde una perspectiva estructural de las migraciones al análisis de las redes sociales y los actores, y del papel de las asociaciones como la parte más visible de las comunidades inmigrantes. También se relaciona con el interés generado en los últimos años por los estudios sobre la movilización política y la historia de la vida cotidiana. Ahora en enfoque se centra en la contribución de las asociaciones en la integración o asimilación de los inmigrantes en las sociedades de acogida -y el papel que tenían en el mantenimiento de las identidades de origen-, pero también en su consideración como espacios de poder y ámbitos de disputa y recreación de identidades,  en su incidencia en las estrategias y opciones de las élites inmigrantes que las controlan, así como en la articulación de espacios transnacionales de relación entre comunidades de allá y de acá estrechamente vinculadas.